“El primer paso no te lleva a donde quieres ir, pero te saca de donde estás” Anónimo
Superar la resistencia del inicio puede resultar complejo, pero correr el riesgo siempre vale la pena cuando la conquista del propósito es lo que está en juego. Apartar el miedo o la incertidumbre requiere coraje, resolución y audacia. Somos una inteligencia alineada con el universo y por ello es necesario situar la mirada en aquello que queremos alcanzar para orquestar y dar la bienvenida a lo que ya se empieza a gestar en nuestro interior.
Dar el primer paso implica crear el instante y no esperar a que el momento llegue. Es necesario, eso sí, tener claridad meridiana de hacia dónde queremos ir y, si es del caso, con quien queremos avanzar para sumar intenciones y emociones. De esta manera la experiencia habrá de encontrarnos y los estados creativos serán parte del presente eterno para abrir el corazón de forma impecable e intuir la realidad con optimismo y sin vacilaciones.
Actuar de forma sincera, calmada, alejados de las obsesiones, conectando con sinceridad y sencillez para acortar distancias, nos despeja el camino, nos permite soltar las ansias de dominio, observar nuestros pensamientos para controlar las reacciones y comenzar a confiar en la intuición. Por eso, al dar ese primer paso, es importante cultivar el silencio, meditar y cuidar el entorno, sentir y permitirnos fluir desde el desapego para dejar huellas de amor en cada movimiento, crear una realidad amable y acogedora, darle categoría al espacio y al tiempo de los sueños, sepultar el pasado que oprime y abrirnos al porvenir con entusiasmo, recuperar la magia del encuentro y emprender cada día para recrearnos con deleite y saboreando la abundancia.
Lo incierto y lo desconocido pueden hacernos dudar cuando pretendemos dar el primer paso y por ello es necesario evitar el azar para no lanzarnos al vacío. Se trata precisamente de lo contrario: buscar el equilibrio y la dirección adecuadas para verificar la realidad que queremos confirmar. Tenemos en nuestras manos un mundo de posibilidades que solo espera a que la marea se aquiete para manifestarse. Es necesario derrumbar lo que nos restringe y disponer de la energía suficiente que nos conecte con ese “yo” que asuma que el instante ha llegado para explorar nuevos senderos, entendiendo que no van en un solo sentido y que pueden ser modificados.
Que ese primer paso nos muestre con claridad que ha llegado la hora de ponerle límites a la pequeñez para que sucedan cosas grandes en nosotros…
Alejandro Posada Beuth