“Cuando no puedas cambiar la dirección del viento, ajusta tus velas”
H. Jackson Brown Jr.
Vientos de cambio, de ilusiones o tal vez de guerra y de conflictos, pero en todo caso corrientes de aire que surgen cuando las presiones se modifican. La vida está llena de ellos y por eso siempre está en movimiento. Por momentos son turbulentos pero en otras ocasiones resultan ser los mejores impulsores de nuestros intentos. A veces los sueños, como las cometas, se elevan contra el flujo del aire y es precisamente la resistencia y el material de que están hechos, lo que les permite alcanzar las mayores alturas.
En ese halo entre lo misterioso y lo errante cambia de manera incesante su rumbo y, aunque invisible, lleva consigo su canto. Cuenta historias, unas veces susurrando y otras quizás a los gritos en su afán de ser escuchado. Ese viento que pareciera no tener fin ni conocer distancias, que avanza a veces con prisa y otras con pasmosa lentitud, va acariciando caprichosamente todo lo que toca. Dibuja a su antojo figuras en las nubes que solo esperan instrucciones para deleitar la imaginación de quien las mira.
A su paso arrastra historias, vivencias, emociones y nos recuerda que hoy son unas, pero mañana serán otras. Es como si depurara a su gusto y en cualquier instante todo lo que roza. Algunas veces acaricia pero en otras arremete con fuerza. En ocasiones trae consigo recuerdos gratos y aromas inolvidables pero, en otras, su equipaje es turbulento y pone en jaque al más valiente de los guerreros. Por momentos inspira poetas o se divierte narrando leyendas. En su incansable recorrido llega hasta rincones inexplorados y revela nuestras más profundas vulnerabilidades hasta hacernos sentir frágiles.
El viento vibra y puede convertirse en música, sin partituras ni instrumentos, porque se alimenta de sus ecos para crear notas originales. Danza y se suspende en un aire de grandeza porque puede abarcar cuanto quiera en su trayecto. Unas veces frío para despejar las dudas pero otras lo suficientemente caluroso como para invitarnos a elevar el vuelo en señal de libertad.
Que a partir de ahora nos recorran vientos de esperanza. Que en cada murmullo se esbocen certezas para avanzar confiados. Que en su soplo haya la inspiración suficiente para que emerjan los más dignos pensamientos y que a su paso se borren las huellas de pasados oscuros. Que su ímpetu avive la llama de nuestro corazón para que cada acto nuestro lleve el sello del amor…
Alejandro Posada Beuth