La reflexología, practicada desde tiempos antiguos, fue redescubierta en la era moderna por el otorrinolaringólogo estadounidense William Fitzgerald.
Inspirado por terapias tradicionales chinas e indias que implicaban masajes o presiones en puntos específicos del cuerpo, Fitzgerald empezó a emplear puntos reflejos en la planta del pie a principios del siglo XX. Observó que la estimulación de ciertas zonas de las manos o los pies generaba efectos analgésicos en otras partes del cuerpo, y optó por esta técnica de presión en lugar de analgésicos convencionales.
¿Cómo todas esas energías del biocampo se precipitan a través de los chacras, de los tejidos, sistematizándose a través de patrones de circulación muy precisos que guardan relación con los dedos de las manos y los dedos de los pies?
El proceso de humanización llevó implícito una verticalización progresiva, que transformó nuestra relación con la gravedad y liberó el potencial creativo de las manos. Estos cambios remodelaron nuestros cuerpos, liberando las manos y expandiendo el cerebro.
La geometría y disposición espacial de los sistemas orgánicos, nuestra propia anatomía, es un ejemplo de cómo la dirección del sentido evolutivo ha ido plasmando sus huellas en el cuerpo.
En Manos para sanar, desde la práctica de la Reflexoterapia, podemos encontrar patrones de ordenamiento geométricos para cada una de las energías, para cada una de las formas de prana o para cada uno de los elementos o los movimientos para armonizar y alinear nuestras energías.
Nuestro propósito es aprender esos recorridos desde el centro a la periferia, y reconocer todas esas expresiones que se llaman Microsomatotopías o microsistemas; reconocer cómo el macrocosmos se va reflejando en el microcosmos y cómo a nivel de cada pantalla somatotópica está contenido y representado todo el plan del sistema.
A través de posturas precisas y movimientos de las manos, activadas por nuestra respiración y nuestra intención, podemos captar la energía y la información en la pantalla somatotópica de las manos del terapeuta, para generar la conexión entre los pies, que representan la energía reticular, las manos conectadas al polo rítmico que representan la energía magnética, y las somatotopía cefálicas qué tienen que ver con el pabellón auricular.
En Manos para sanar estudiamos mudras y posturas muy precisas de las manos, para poder dialogar con las diferentes somatotopias y aprender de la conexión de todas esas somatotopias con el campo neuronal.
Los movimientos interpretan el ritmo y la cadencia de nuestra música interior en un lenguaje corporal que enriquece el valor de comunicación que tienen las palabras. Los movimientos y posturas de las manos son representaciones externas de la danza.
Con las manos se puede dialogar y actuar sobre las diferentes somatotopias de un órgano, para restaurar su integridad multidimensional, para conectar finalmente con el órgano en cuestión.
Sí, la Reflexoterapia, a través de movimientos de síntesis, nos permite integrar la conexión muchas veces perdida entre la energía reticular, la energía magnética, la energía eléctrica, y entre estas energías, a través del eje epífisis-timo, con la integridad del holograma biológico.