La aplicación de los filtros es apasionante en consulta clínica Sintergética.
Implica un sistema de medida supremamente sutil e implica que el instrumento de medida sea el propio organismo.
Es decir, no se está interponiendo entre el paciente y el terapeuta un equipo externo de medida de campos electromagnéticos. En cambio, hemos logrado objetivar este proceso a través del estudio de miles de pacientes durante más de cuatro décadas de investigación.
El punto de partida que para mí fue revolucionario fue mi encuentro con un gran maestro, el Doctor Paul Nogier, distinguido neurólogo y médico francés, reconocido como el pionero de la auriculoterapia y la auriculomedicina.
Para mí, también representa el padre de la cibernética, es decir, de una medicina basada en la información, que sirvió de inspiración para lo que décadas más tarde pudimos desarrollar como nuestra aproximación con los filtros dentro del enfoque de la Sintergética.
Todo cuanto existe es un filtro.
Cuando trabajamos con un filtro en la consulta, trabajamos con información:
1º Una información que se absorbe en el filtro
2º Una información que se refleja del filtro
3º Una información que el filtro deja pasar
La piel es un prodigioso filtro de polarización de la luz, permitiendo el paso de una parte de la luz y reflejando otra parte. Este proceso está intrínsecamente relacionado con otro filtro sorprendente presente en la piel: la melanina. Los niveles de melanina determinan cómo reaccionamos ante la luz y la radiación electromagnética del entorno.
Permanentemente estamos emitiendo en un amplio rango del espectro electromagnético.
A través de un filtro nosotros podemos en la práctica clínica Sintergética filtrar una información específica. Por ejemplo, podríamos tener información que se refiere a la función hepática, información relacionada con la serotonina, la dopamina u otras moléculas específicas.
De esta manera, mediante un sistema de filtros, podemos establecer un diálogo por biorresonancia con las emisiones del organismo, preguntándole su respuesta a la información contenida en cada filtro.
¿Cómo es esto posible? Estos filtros contienen sustancias, órganos, moléculas y complejos moleculares, incluso sistemas completos. Por ejemplo, podemos examinar la conexión entre el hipotálamo, la hipófisis, la glándula suprarrenal y el cortisol para comprender cómo reaccionas al estrés.
Lo sorprendente es que el organismo puede proporcionar información frente a cada uno de estos filtros.
Esta experiencia, que puede parecer increíble debido a su sutileza, ha sido parte de nuestra labor durante cuatro décadas. Los resultados clínicos han sido confirmados por médicos y terapeutas en todo el mundo. Así, disponemos de un método de diagnóstico y terapéutica no invasiva sumamente sutil, pero no por ello menos efectivo.
Cuando el filtro se coloca en el punto adecuado, el patrón de información de la molécula puede tener un efecto terapéutico.
Estamos concibiendo entonces el organismo como un radar que emite y recibe señales. Cada tejido actúa como un filtro que procesa información dentro de un rango específico de frecuencias; de manera similar, el cerebro funciona como un filtro con un espectro de frecuencias mucho más amplio.
Es así como comenzamos a concebir el proceso completo de lo que se conoce como biorresonancias y las terapias basadas en las propias oscilaciones.
Cuando devolvemos al organismo la información que emite utilizando estos filtros, lo estamos retroalimentando con su propia señal. Sabemos que todos los órganos y sistemas del cuerpo tienen una memoria de su estado de salud, es decir, poseen una imagen de sí mismos en un estado saludable.
Cuando esta imagen se distorsiona o cuando se interrumpe el proceso de retroalimentación con su propia emisión, se pierde la integridad del circuito de retroalimentación, lo que conduce a la pérdida del programa de salud.
¿Y si pudiéramos tener un espejo de resonancia que permitiera al organismo que reconozca sus emisiones para que las compare con su programa original?
¿Qué ocurriría?
Esta pregunta ha sido fundamental en el desarrollo de la Sintergética, y hemos obtenido una respuesta contundente: el organismo responde de manera favorable cuando lo retroalimentamos.
Es decir, cuando le proporcionamos la capacidad de reconocer lo que está emitiendo y lo comparamos con su propio programa interno, lo que denominamos un arquetipo.
Cada órgano, cada sistema tiene un arquetipo de la salud.
Mejorar la salud es un proceso sencillo si implica recordar a cada órgano su arquetipo de la salud, y cómo activarlo al compararlo con lo que actualmente se está emitiendo. Este enfoque nos permite eliminar el ruido mediante el empleo de los filtros en la práctica clínica Sintergética.
En medicina dos más dos no son cuatro. En medicina se parte de las ciencias de la complejidad, donde una ecuación puede ofrecer múltiples resultados.
Este enfoque nos demuestra que la vida es información y que podemos trabajar en consulta partiendo de los recursos de la propia biología.
