La vida no pertenece al hombre, no se restringe como creíamos a la vida orgánica, es una gran cadena de singularidades interdependientes.
Es tan absurdo hoy tratar un órgano al margen de la integridad de todo el organismo humano, como pretender tratar al individuo del margen de sus sistemas de creencias y su contexto sociocultural.
Mente y cuerpo no son dos instancias separadas, están en cada célula, se interrelacionan sincrónicamente para determinar en cada instante lo que somos. Humanizar la medicina es rescatar en nosotros la indisoluble integridad de todas las facetas de la conciencia para promover la integridad. En esta dimensión, salud es sinónimo de integridad.
La salud es un asunto demasiado importante para dejarla sólo en manos de los expertos. Es un bien social que nos atañe a todos y del que todos somos responsables. La salud es un proceso social, pero un agente de salud no es aquel que resuelve los problemas globales de la sociedad. Es quien conoce que esos problemas como la guerra y la injusticia nacen en el corazón del hombre. Es quien sabe que actitudes como la honestidad, la paz, y la comprensión amorosa son también herramientas terapéuticas. Los trabajadores de la salud son agentes de transformación no sólo por sus aptitudes sino especialmente por sus actitudes que dignifican la condición humana.
La medicina de la conciencia, una medicina de la integridad no local e indivisible, supone una conciencia plena de la mutua responsabilidad. En la gran cadena de la vida, en algún nivel todas las cosas se conectan e interactúan con todas las otras. Supone un salto desde la ética regida por la Ley del Talión, y desde la ética pasiva del no hacer a otro lo que no se quiere para uno mismo, a la ética kantiana para una nueva humanidad en armonía con su propia naturaleza: Actuar como si nuestra acción pudiera convertirse en una ley de la naturaleza.
En el servicio todas nuestras relaciones son sanadoras.
El agente de salud es un educador, un servidor, un maestro. Su mejor medicamento es su buena voluntad, su verdadera posición en el sistema de salud va a estar determinado por su capacidad de servir. Los servicios de salud son eso, servicios. Los servicios de atención en salud son de atención, referida a la capacidad de atender o cuidar, formas excelsas de servir. Aunque las aptitudes son importantes, nadie ha inventado una ciencia del servir.
Las nuevas escuelas de salud integrarán y pondrán al alcance de toda la humanidad lo mejor de todos los sistemas médicos, no sólo en el plano de las tecnologías sino también en el de esas sabidurías ancestrales que proponen un arte de vivir hacia el desarrollo armónico de la humanidad en equilibrio con la naturaleza, de la que no sólo hace parte sino que es también responsable.
Sanar es diferente de curar. Se puede curar el cuerpo, pero sanar siempre se refiere a la vida como totalidad. Se puede sanar la vida aunque no desaparezcan los síntomas. La sanación o restablecimiento de la integridad en todos los planos del ser, se relaciona con la capacidad de asumir la responsabilidad sobre la propia vida.
Acceder a una cultura que restaure la visión del hombre, reencuadre el papel del sujeto en el mundo de las objetividades, es uno de los sueños de una nueva ecología humana, propuesta desde una cultura de la consciencia.
Dr. Jorge Carvajal