En el campo de la energía existen distintas denominaciones. La medicina china, por ejemplo, trabaja fundamentalmente a través de los meridianos. También aquí aparece la teoría de los cinco elementos. Todos estos son materiales con los que trabajamos plásticamente a diario con nuestros pacientes. Por esta línea entran el Reiki, la sanación pránica y la medicina chamánica, aunque ésta también entra en el mundo de la información.
Los campos energéticos están muy relacionados con los cuerpos sutiles, con el campo de los chakras. Los grandes médicos han señalado, desde principios del siglo pasado, que debemos empezar a trabajar en el cuerpo sutil, ya que siempre trabajamos sólo en la materia, en lo denso, sin preocuparnos de lo que está ordenando, vehiculizando o energizando a los cuerpos materiales.
Existe una anatomía, fisiología y bioquímica de los cuerpos sutiles, desarrollada de la misma manera que en la medicina alopática. Por ejemplo, en una persona con problemas del nervio ciático, infecciones urinarias a repetición o cálculos renales, se deben unir elementos que a veces parecen no tener conexión, para poder detectar una disfunción de su primer centro, que es lo que genera la alteración de todos los niveles que están a su cargo.
En este nivel se describen los chakras, los cuerpos etéricos y los meridianos chinos, tan importantes para aplicar la acupuntura. Conociendo el trayecto de los meridianos se puede entender por qué un paciente ha presentado, por ejemplo, primero una sinusitis y después una anexitis.
La estrella de los cinco puntos recuerda al ser humano y, desde el punto de vista de la medicina china, explica cómo se generan, se alimentan y se enferman los distintos órganos del cuerpo. Cada punto representa algo, el agua a los riñones, la vejiga; la madera es hígado y vesícula biliar. Si una persona está enferma del hígado, trabajamos en el hígado, pero se debería ver quién nutre el hígado, que es conocido como la “madre”, que es el agua, para descubrir que la persona realmente tiene una enfermedad renal, que está de fondo. O tal vez se exacerbó la “abuela”, y ocurre que tiene una enfermedad pulmonar, la cual genera un problema a nivel hepático.
Nosotros trabajamos en el campo de la materia y concebimos al cuerpo como un conjunto de sistemas y órganos; conocemos a fondo el funcionamiento a nivel celular y molecular, que ha sido un gran aporte, pero nos hemos quedado atrapados en estos conceptos y le damos muy poca importancia a lo que existe entre las células.
En esta otra visión de la medicina trabajamos mucho en el tejido medio, en la matrix, en el mesénquima, que es común a todo el cuerpo; ningún vaso sanguíneo o nervio entra directamente a la célula, todos lo hacen a través de esta matrix, y si esto está poco fluido, enfermo o condensado, es muy difícil que las células o tejidos puedan mejorar.
La principal herramienta es el terapeuta. Si éste está alineado desde el punto de vista electromagnético, pasa a ser un polo de atracción y, por su sola presencia, puede darle la oportunidad al paciente de estar frente a un reflejo, a algo más transparente.
En el terapeuta es importante la pureza de móvil, la intención, la coherencia en todos los campos; es importante que esté en el aquí y el ahora, porque es difícil hacer un buen procedimiento si en ese momento se piensa en otras cosas. En un solo instante, a veces infinitesimal, una sola mirada del paciente puede bastar para penetrar a todo el mundo que está detrás de esa dolencia, y ese momento se puede perder si el pensamiento está en otra parte.
La mirada es muy importante; es distinto mirar con el ojo derecho o con el izquierdo, existe un código; con los ojos empezamos a relacionar el hemisferio cerebral derecho con el izquierdo. Además, el terapeuta debe saber escuchar los silencios, el tono de voz y observar las manos.
El diálogo con el paciente es, tal vez, lo más importante, porque el paciente es quien tiene toda la información de lo que le sucede; quizás ese síntoma tenga su explicación en un contexto un poco más amplio, y el único que puede saber esto es el paciente.
Dr. Claudio Méndez