Existe una permanente y maravillosa interacción entre nuestras sensaciones, emociones y pensamientos, con toda nuestra fisiología. Conexiones neuronales y corrientes de neurotransmisores, median esta relación que se da bi-direccionalmente entre el sistema nervioso y el resto del organismo.
Para entrar en contacto con todos estos eventos, podríamos hacer un viaje siguiendo la expresión en el Sistema nervioso de los aspectos fundamentales de la totalidad: el UNO o aspecto voluntad, el DOS, el amor y el TRES, la actividad inteligente.
Partiremos de la unidad, el UNO, el aspecto Voluntad que “impacta” en la Epífisis.
La epífisis como glándula, es secretora de melatonina y posee fotorreceptores, capaces de detectar la luz; este estímulo hace que su secreción cese. Por este mecanismo la epífisis o pineal, se convierte en la gran rectora de una serie de acontecimientos que desembocan en todos los órganos y sistemas a través del sistema neurovegetativo, el glandular y el inmunológico.
La señal de la epífisis es captada por el Hipotálamo, quien orquesta la acción del sistema neurovegetativo, simpático y parasimpático: El DOS, el Yin y el Yang en nosotros, los opuestos complementarios, expresión del amor sabiduría.
Ante la ausencia de melatonina, el hipotálamo reconoce que hay luz. Mediante su porción posterior, vía de relevo del sistema nervioso simpático, se activa la cadena de ganglios simpáticos, que se comunican con los órganos, y los llaman a la actividad diurna, la que nos permite la acción.
En el caso contrario, ante la secreción de melatonina por la epífisis, el hipotálamo anterior es enterado y gracias a él, la vía parasimpática entra en juego, para anunciar a todos los órganos y sistemas de que ha llegado la hora de reposar. Durante el tiempo que permanece la melatonina en acción, todo nuestro sistema inmune se repone y se mantiene.
LA LEY DEL TRES
En nuestro cerebro se plasma la LEY DEL TRES, la Actividad Inteligente, reconociéndose tres áreas que se comunican entre sí por múltiples sinapsis.
EL CEREBRO REPTIL:
En condiciones normales es pues la luz la que nos llama a la acción, pero ante un “peligro inminente”, necesitaremos reaccionar para “salvar nuestra vida”. En este caso se activarán las suprarrenales y nuevamente será el Primer rayo o rayo de la Voluntad el que nos pondrá en acción, impactando esta vez sobre el primer centro. Se producirán Cortisol y Noradrenalina, neurotransmisores que, activando la vía del simpático a través de la cadena ganglionar simpática esta vez de forma ascendente, interactúan directamente con todos los órganos y sistemas que se requieran para poder huir (o quedarnos quietos para no ser vistos) o atacar.
Esta capacidad reactiva la compartimos con los reptiles. El sistema nervioso del que están dotados, les otorga las funciones necesarias para sobrevivir: mecanismos para respirar, alimentarse, llevar la sangre a todos los sitios y además les confiere la capacidad de quedarse quietos, huir o atacar para no ser devorados. Por eso le han llamado a esta parte del cerebro, compuesta por el tallo cerebral Cerebro Reptil, cuyo propósito en cooperación con el sistema neurovegetativo y neuro-muscular es la supervivencia, y lo hace a través del mantenimiento de las funciones básicas para la vida y de la capacidad de reacción ante el peligro.
Por contrapartida la sensación de seguridad o confianza cuando todo está en paz, es reconocida por el cerebro a través de la Oxitocina, la cual es fundamental en la creación de las redes neuronales, y la Acetilcolina, que devuelven el sistema a la relajación y la reposición por medio de la activación del parasimpático.
Desde el punto de vista evolutivo este sería el cerebro más primitivo, diseñado para garantizar la sobrevivencia de la especie, por eso es llamado también “paleocerebro”. En el humano, es el que está activo durante el periodo prenatal y en las primeras etapas de vida. El bebé produce oxitocina al sentirse cuidado y amamantado; a su vez, la oxitocina hace que la madre secrete leche y a nivel psíquico, refuerza su necesidad de cuidar y alimentar. La oxitocina es contrarrestada por las hormonas de estrés.
Sus reacciones no están guiadas por la razón, por tanto trabaja a nivel pre-consciente o pre-racional. Lo que sucede a este nivel se graba como sensaciones tales como cambios en los patrones del ritmo cardiaco, respiratorio, contracción o relajación muscular, entre otros. No quedan recuerdos en imágenes o en palabras.
La activación del mecanismo de reacción ante un peligro inminente está diseñado para permitir una rápida resolución mediante la huída o ataque como veíamos, por tanto no tendría por qué sacar al organismo de su dinámica por mucho tiempo, y los ritmos habituales de secreción hormonal, reposición celular y de energía podrían restablecerse y cumplirse. Sin embargo, en el ser humano, la solución no es tan simple, el cerebro humano tiene más componentes que le dan a las situaciones otros matices que veremos más adelante y que podrían perpetuar esta situación que nos aleja de la homeostasis y que permite la generación de enfermedad sistémica.
El trabajo que realizamos con Sintergética en el tallo cerebral en relación con todo el hilo conductor que encontremos en el paciente, nos permite trabajar en el pasado, “reseteando” las huellas allí grabadas y que están en la base de muchas enfermedades crónicas.
A través de la modulación de la respiración y del patrón de acomodación muscular que se grabó con la sensación podemos acceder también a la “reprogramación” de esta huella.
EL CEREBRO MAMÍFERO:
La relación con otros, el vivir en comunidad y trabajar en “equipo” surge con la aparición del mamífero, dotado además de la capacidad reactiva y de supervivencia que veíamos en el reptil, con estructuras nerviosas llamadas en conjunto “Cerebro Límbico”, que le dan la posibilidad de interactuar con otros, manteniendo su integridad y conservando un territorio. Para ello se requiere, poder reconocerse a sí mismo para identificarse y reconocer a los suyos y a los de especies con las que pueda convivir, de los potencialmente peligrosos o que atenten contra su territorio, defenderse y además recordarlo, para próximas ocasiones. Esta función es llevada a cabo por la amígdala, el hipocampo y otras estructuras y redes del Sistema Límbico. A estas funciones se les ha llamado recientemente “Emociones Sociales”.
Cuando existe una amenaza hacia el territorio que ocupamos, se libera Vasopresina, que nos prepara para defenderlo. Como dato interesante se ha observado relación entre sus niveles y los niveles de testosterona, más altos en el padre o en el jefe de la manada. Este modo reactivo se desarrolla en la infancia temprana. La función de auto-reconocimiento y “defensa” a nivel del cuerpo, se realiza a través del timo y el sistema inmune.
De camino a la “humanización” aparecen las corrientes de dopamina que proyectan el sistema límbico hacia su siguiente fase evolutiva: el cerebro humano. Se activa la motivación por aspectos que van más allá de la sobrevivencia, a través de la Dopamina, que se libera ante la alegría, la ternura, el abrazo, la compasión, la comprensión que nos permiten ir más allá de las diferencias y reconocer que no somos diferentes, es decir, experimentar el AMOR, relacionado en el soma con el corazón y el sistema cardiovascular.
La dopamina estimula el crecimiento de las células de la corteza, actúa con la oxitocina en la sensación de bienestar, potenciando su actividad al aumentar sus receptores vinculantes y mantiene la atención y la motivación, claves para la memoria y el aprendizaje.
EL CEREBRO HUMANO:
El uso de la mente por la voluntad con sentido y propósito aparecen con la especie humana: la ACCIÓN consciente. Es necesario para esto la capacidad de planificación que aparece con el llamado “cerebro ejecutivo” que requiere el poder proyectarse al futuro a través de la imaginación para poder crear y también la capacidad de tomar decisiones. Todas estas posibilidades vienen de la mano de la evolución de los hemisferios cerebrales hacia el lóbulo frontal. Esta parte es lo que llamamos Cerebro Humano.
Esta área también nos permite interpretar o dar significado a las situaciones que vivimos y a las sensaciones y emociones que experimentamos y mantener o desviar la atención de ellas a voluntad. Estas capacidades nos dotan de Libertad pues aprovechándolas renunciamos al uso de la mente por defecto que nos hace esclavos del reflejo y del instinto.
Uno de los grandes mediadores de este proceso es la Serotonina. Se ha observado que el dolor prolongado agota sus reservas. La serotonina activa la conciencia transpersonal, la sensación de unidad y se puede activar dirigiendo nuestra atención a un propósito trascendente.
SER HUMANOS
Sensaciones generadas en el tallo, emociones en el límbico, pensamientos en el frontal; el ser humano cuenta con eso y mucho más, pues gracias a la consciencia consciente, podemos viajar del futuro al presente dirigiendo nuestra atención a un propósito trascendente, pues de este modo alcanzamos una interpretación que relativiza o “diluye” las situaciones que estamos viviendo, es decir: resignifica las experiencias, llevándonos de víctimas que defienden “su manada” o “su territorio” a aprendices. Desde el punto de vista molecular, la serotonina que se libera en este proceso es capaz de inhibir el miedo en la amígdala, y en compañía del Gaba (Ácido Gama-amino-butírico) ayudan a la corteza a inhibir los mensajes excitatorios del sistema límbico. Haciendo uso de la LIBERTAD, mediante la ACCIÓN consciente pasamos de la defensividad al AMOR.
Desde la conexión con lo trascendente y con un propósito mayor podemos llegar al pasado, al tallo y conquistar la PAZ. Serotonina y oxitocina actúan sinérgicamente.
Desde este punto de vista, la vida evoluciona hacia la libertad, y en este camino nos acompaña y apoya nuestra neurofisiología.
Dra. Pilar Salazar Cataño