Mi pasión es ayudar a las personas a encontrar el camino hacia la salud. He llegado a comprender que este sendero no solo conduce a la recuperación física, sino también al descubrimiento de la paz interior y la alegría. Me dí cuenta que la verdadera calma precede a este proceso y que al encontrarla, uno puede conectarse con lo esencial.
La esencia es el centro que habita en ti.
Lo esencial reside en nuestro Ser, y es desde ese lugar donde nuestra mejor versión emerge en los momentos de caos, crisis y confusión. En el Ser encontramos la claridad del camino a seguir, lo que nos permite vislumbrar soluciones, trazar salidas y concebir las mejores alternativas para nuestro bienestar.
Si estamos en el Ser podemos brillar con esa luz que somos.
El centro de todo reside en nuestro corazón. Desde él nos conectamos con nuestra verdadera esencia. Mantener la calma es la clave primordial, la clave absoluta para actuar con serenidad, conectados a nosotros. La calma no implica inacción ni pasividad, sino que representa una elección consciente desde nuestro núcleo, desde nuestra esencia misma.
La calma nos permite retornar al corazón, acceder a nuestra esencia y establecer contacto con nuestro ser interior.
A lo largo de nuestra vida atravesamos diversos momentos de caos, enfrentando pequeñas y grandes tormentas que generan un gran estruendo interior. Las crisis representan un punto de inflexión en el cual aprender a mantener la calma, preservar nuestro centro y permanecer conectados con nuestra esencia es fundamental.
La falta de calma desencadena una serie de reacciones internas en nuestro cuerpo, afectando nuestra fisiología y biología de manera desestabilizante. Al sumergirnos en la tempestad, nos convertimos en esa ola que embiste, en esa roca golpeada por las olas, en ese rayo que cae.
Saboreemos los momentos de pausa para volver al centro.
Démonos un momento cada día para disfrutar de un paseo tranquilo, saborear la comida, practicar yoga o simplemente sumergirnos en la ducha y sentir las gotas de agua que nos acarician. Estos son momentos preciosos para reconectar con nosotros mismos, para disfrutar del presente y encontrar la calma a través de la contemplación. Este acto de contemplación es una poderosa herramienta que podemos integrar en nuestro día a día.
A lo largo de la historia, grandes creadores de la humanidad han hecho de la contemplación una parte esencial de su disciplina. Al sumergirse en su centro, han sido capaces de acceder a lo mejor de su intuición, de vislumbrar más allá de lo evidente y de generar creaciones maravillosas y hermosas.
Observemos sin expectativas, sin juicios, simplemente contemplando, maravillandonos, dejándonos llevar para que todo a nuestro alrededor nos impregne de paz y calma, creando un ambiente de armonía y equilibrio.
En silencio interior, sin ruido mental, simplemente mirando, escuchando, contemplando.
Una herramienta a la que recurro frecuentemente para recuperar la calma es la música. Su poder radica en su capacidad para hacernos vibrar y reconectar con nuestro centro. La música, ya sea la melodía de la naturaleza o una composición artística, puede transportarnos a un lugar esencial dentro de nosotros mismos.
Estos momentos a los que algunos llaman “momentos isla” son instantes de encuentro con uno mismo, donde la soledad se convierte en un portal hacia el alma. Aprovechada de manera adecuada, la soledad nos guía hacia una serenidad interna que se refleja en nuestra relación con los demás. Esa calma interior es un regalo que ofrecemos al mundo, reflejo de nuestra paz interior y la conquista del alma.
Al conectar con nuestro centro, con nuestro Ser, descubrimos que siempre tenemos acceso a todas las respuestas posibles.
Aunque el mundo exterior esté lleno de ruido y caos, podemos cultivar pequeños instantes de calma que nos permitan mantenerla y expandirla cada vez más. Este proceso se construye a partir de pequeños momentos que se acumulan con el tiempo, hasta convertirnos en seres que irradian tranquilidad y paz.
Estar en el centro, en ese estado de equilibrio, es maravilloso. Puedes regresar a él en cualquier momento que lo necesites.
Abre tus ojos y prepárate para llevar esa calma al día a día, al momento presente, y al mundo que te rodea.
Pilar Salazar