Vengo cuestionándome desde hace un tiempo por qué nos cuesta tanto reconocer nuestra propia realidad. Por qué nos cuesta tanto aceptar las condiciones o las circunstancias que nos corresponden.
Me doy cuenta que como seres humanos tenemos ideales de perfección, metas a alcanzar, que como posibilidades son maravillosas. Sin embargo, en el aquí y en el ahora, mucho de eso que es un ideal aún no existe, sobreviniendo nuestra frustración, nuestra dificultad, nuestra falta de flexibilidad para aceptar que hoy tenemos las condiciones que tenemos.
Me gusta saber cómo se interpretan los tránsitos planetarios para imaginarme cómo puedo transitar estos tiempos. Lo que me llama poderosamente la atención es que estamos ante un tiempo que es también desafiante incluso desde los astros, con lo cual me planteo a mí misma y es la invitación para todos ustedes ¿Qué tan real estamos viendo la vida? ¿Con qué ojos? ¿Con qué criterios? ¿Con qué creencias? ¿Con qué mandatos? ¿Qué de esas cosas que hemos dado por sentadas, por verdades y tal vez como realidades que no existen todavía pretendemos caminar este tiempo? ¿Cuánto de eso debe ser revaluada entre nosotros? ¿Qué es lo que nos está deteniendo para dar los pasos que si nos corresponde dar, para actuar y hacer lo que sí nos corresponde hacer?
No hay varitas mágicas, no hay fórmulas mágicas.
Es el momento de aplicar muchas de las teorías de las probabilidades y permitir que a razón de nuestras decisiones, del día a día, del paso a paso, del minuto a minuto, podamos construir la realidad que deseamos ver en el mundo.
Y el primer gran territorio donde transformarnos somos nosotros. No podemos cambiar al otro ni lo otro, eso se va a transformar y va a cambiar en la medida en que cambiemos y nos transformemos nosotros.
¿Cuál es el paso que nos corresponde como individuos dar? La respuesta, sólo la sabe cada uno en su corazón. Permitámonos ser humanamente como somos, perfectibles más no perfectos. Decidámonos a cuestionarnos las creencias, y a plantearnos qué más puedo hacer en este momento para beneficio propio y de los demás, para el beneficio de la vida. Que renazca en nosotros de nuevo la inocencia que un día perdimos, que podamos recuperar la confianza en la vida, en la existencia, en lo trascendente y a razón de eso volvamos a creer en nosotros mismos como instrumentos de la creación, y por lo tanto, que podamos creer en aquellos que nos rodean.
Dora Consuelo Rozo Cruz