Para tener buena salud debemos responder a nuestras necesidades biológicas. En primer lugar, una correcta nutrición. En segundo lugar, un buen contacto con la tierra. Esto es esencial porque hemos perdido contacto con la tierra, que es como nuestra madre.
Y ese contacto con la tierra lo que nos brinda es una corriente eléctrica, una corriente de electrones. Sin esos electrones no podríamos vivir adecuadamente.
Nos amamantamos de la tierra y de los electrones de la tierra.
También depende del vestido que utilizamos. Cuando utilizamos vestidos sintéticos, nos cargamos de iones positivos que secuestran nuestros electrones y que literalmente nos funden de energía. Cuando utilizamos zapatos con suela de plástico, de caucho, también nos estamos aislando de la tierra. O cuando pasamos en medio de moquetas y del pavimento en nuestras grandes ciudades y no tenemos contacto con la tierra, nos fatigamos. De hecho nosotros cuidamos nuestros equipos electrónicos, y para que funcionen bien deben hacer un buen contacto con tierra para evitar los cambios súbitos de voltaje.
Pero el equipo electrónico más sensible que hay es el ser humano.
Y nosotros no lo conectamos a tierra. También podemos hacer contacto con la tierra a través del agua. El agua es un buen vehículo. Si abrimos la llave del grifo y dejamos correr el agua unos segundos, unos minutos, descargamos el exceso de iones positivos.
También debemos de tener mucho cuidado de apagar todo lo que genere ruido electromagnético en nuestro medio ambiente, y de que nuestras casas tengan una buena conexión a tierra. Esto es cuestión de un electricista, más que de un médico, pero garantiza que haya una buena conexión a tierra.
En tercer lugar, cada vez que estemos en contacto con la naturaleza, aprovechémoslo. Ojalá con los pies descalzos, ojalá caminar por la arena mojada, entrar al agua, aspirar ese plano de la naturaleza, porque eso realmente nos renueva. Ese es el afán que tiene la gente de hacer una salida por fuera de las ciudades. Uno ve todo este tráfico inmenso de salida y entrada de las grandes ciudades que corresponde a una necesidad esencial humana, y es pasar siquiera unas horitas en contacto con la naturaleza, clave mayor de una buena salud.
En cuarto lugar, abre las puertas y las ventanas.
Los antiguos decían que donde entra el aire y donde entra la luz no entra el médico.
Eso es así porque acumulamos radón y partículas de contaminación ambiental que luego respiramos.
Nos encerramos todo un invierno y estamos respirando una energía que se llama orgón muerto u orgón negativo. Eso es de lo más tóxico que hay. La energía del aire que no se renueva está supremamente contaminada, así que tenemos normas muy sencillas para entrar en contacto con la tierra.
Dr. Jorge I. Carvajal Posada