Tenemos un sistema nervioso que permite planificar y controlar nuestros movimientos.
Al mismo tiempo, el perfeccionamiento del movimiento fue favoreciendo un patrón de conectividad y organización interior del cerebro, que condujo a la manifestación del pensamiento como una capacidad especialmente desarrollada en nuestra especie.
En la medida en que nos verticalizamos y liberamos progresivamente las manos, fuimos asistiendo a la interiorización del movimiento en el cerebro y el simultáneo perfeccionamiento de los procesos inherentes al pensamiento. Es hoy innegable que las manos han sido catalizadores de este proceso de humanización que nos puede llevar a niveles cada vez mayores de responsabilidad y de libertad.
Los mudras expresan un gesto o posición corporal. Son como sellos o símbolos que encierran significados completos y complejos.
Pueden ser representados por posturas corporales asociadas a una posición determinada de las manos, como se enseña en el Kundhalini Yoga. En la práctica del Hatha Yoga se incluyen numerosas posturas corporales denominadas Asanas.
Los mudras incluyen posturas correlativas de los brazos, las manos, los dedos y los miembros inferiores, y constituyen en conjunto un lenguaje simbólico del cuerpo, una especie de representación exterior de actitudes, pensamientos y sentimientos.
Los diferentes mudras son una expresión plástica de nuestros estados de conciencia, y su práctica puede inducir o reforzar estos estados. Esto lo podemos reconocer fácilmente cuando experimentamos un sentimiento de ira que nos lleva a cerrar los puños, apretar las mandíbulas y tensionar todo nuestro cuerpo.
En Manos hacemos énfasis especial en las posturas manuales, para aprovechar la sistematización y experiencia desarrollada desde la Sintergética, reconociendo que el empleo simultáneo de las posturas manuales y corporales refuerza su efecto.
La experiencia en la aplicación de los mudras para armonizar la energía del cuerpo nos revela la importancia crucial de la actitud. Cuando estas posturas corporales son practicadas de memoria, como una especie de gimnasia mecánica, tienen un efecto mínimo si lo comparamos con el efecto de la postura acompañada de un sentimiento y o un pensamiento. Lo mismo ocurre con el tiempo. Bastan unos instantes del mudra practicado desde la conciencia plena para generar un buen resultado.