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“Todo ser humano es, en realidad, un vórtice en miniatura en el gran océano del Ser en el cual vive y se mueve en incesante movimiento, hasta que el alma “exhale su aliento sobre las aguas” (o fuerzas) y el Ángel de la Presencia descienda dentro del vórtice. Entonces todo se aquieta. Las aguas aquietadas por el ritmo de la vida, y más tarde encrespadas violentamente por el descenso del Ángel, responden al poder curador del Ángel y se transforman “en una charca donde las pequeñas unidades pueden entrar y hallar la curación que ellas necesitan”. Así reza el Antiguo Comentario” M. D. K
La sanación es un hecho tan antiguo como lo es la misma evolución humana. Es el método de curación más universal, menos costoso desde el punto de vista social y biológico, y el más disponible para todos los habitantes del planeta. Involucra un proceso de auto-transformación y el acceso a estados ampliados de conciencia que modifican el cuerpo, las emociones y la mente.
Desde hace más de 5000 años, los hindúes hablan de una energía universal a la que denominan Prana, la cuál consideran el elemento básico y fuente de toda vida. El Prana fluye por todas las formas a las que ha dado vida y los yoguis la manejan mediante técnicas de respiración, meditación y ejercicios corporales.
Los chinos, denominan Chi a la energía vital. Para ellos toda materia, animada o no, está conformada por el Chi. Esta fuerza vital contiene dos fuerzas opuestas y complementarias que cuando se desequilibran, generan la enfermedad. La técnica de acupuntura se centra en equilibrar estas dos fuerzas (yin y yang) para restaurar el orden perdido.
El Antiguo Testamento nos relata en “Levítico” sobre métodos de purificación y en el Nuevo Testamento muchos son los pasajes que cuentan las sanaciones y curaciones que realizaba Jesús, con solo tocar al enfermo.
En nuestra cultura llamamos “Chamanes” o “Curanderos” a quienes logran armonizar la relación entre el hombre y la Naturaleza.
Para la escuela Transhimaláyica, una antigua escuela de sabiduría cuyas enseñanzas llegaron a occidente a través del Maestro Tibetano por medio de Alice Bailey, la enfermedad es un reflejo en el cuerpo físico de la calidad de la relación entre el alma y su instrumento o personalidad.
Dice A. Bailey: “Observarán que la enfermedad oportunamente será controlada por la liberación del alma en todas sus formas, esto se efectuará por el activo empleo por el hombre de su voluntad espiritual. Se puede expresar esto de otra manera diciendo que cuando la energía del alma sea correctamente liberada y dirigida por la mente, entonces la enfermedad podrá ser manejada y eliminada oportunamente.”
Todas las culturas nos muestran que siempre han existido y existen muchos más sanadores en el mundo que terapeutas de todas las condiciones y especialidades, y su presencia, con diferentes denominaciones, es una constante histórica.
Nuestro organismo, en su totalidad no es más que un conjunto de átomos, como carbono, oxígeno, hidrógeno, potasio, sodio y magnesio. En la naturaleza cualquier ser vivo y hasta cuerpos inanimados como piedras responden a la misma composición.
Estos átomos no están puestos al azar, sino que están unidos entre sí formando moléculas de agua o azúcares o proteínas quienes, a su vez, se reordenan de una forma única y característica para constituir órganos, aparatos y sistemas, que en su conjunto integran al ser humano.
Más allá de la masa ordenada, también es necesario el funcionamiento conjunto y armonioso entre cada una de las partes constituyentes, que permiten la conservación de la existencia como seres humanos.
Un cadáver, que ha perdido su energía de vida, se encuentra formado en el instante mismo de la muerte, por la misma estructura atómica que momentos antes de su fallecimiento. Sin embargo, la masa por sí misma no es capaz de funcionar. Para que funcione y lo haga de manera ordenada, se necesita la presencia de la energía, que en este caso llamamos Energía Vital.
A medida que el hombre ha ido evolucionando se ha cuestionado la relación entre cuerpo, mente y espíritu. Es así como en principio surgen dos teorías: La Vitalista y la Mecanicista.
La teoría Vitalista sostiene que existe una energía vital entre la mente y el cuerpo. Esta energía es totalizadora, armoniza y otorga finalidad a las funciones. La anatomía es el resultado de una Fuerza Vital conformadora de la materia. El hombre es una unidad indivisible en mente, cuerpo y fuerza vital. A ella pertenecen Hipócrates; Platón; Aristóteles; Maimónides; Santo Tomás de Aquino y Paracelso entre otros.
La teoría mecanicista, organicista o materialista postula que la vida nace en la materia misma y se reduce a procesos físico- químicos fuera de los cuales no existe otro principio que rija la formación de los organismos. La anatomía expresa la razón de la función. El hombre es un conjunto de órganos reunidos en aparatos y sistemas cuyos funcionamientos se relacionan entre sí. Si bien tiene sus orígenes junto con la teoría vitalista en la antigua Grecia, nadie defendió y describió este concepto mejor que Galeno. Según esta visión si un órgano se perturba, éste es un hecho local que debe ser asistido de la misma manera. La enfermedad es un hecho pasivo.
Esto es concordante con la teoría Newtoniana que sostiene que el universo está compuesto por bloques denominados átomos. La mecánica de Newton basa su teoría en todo aquello que es objetivamente mensurable.
La mayoría de los médicos poseen una buena formación clínica y suficientes elementos de psicología para comprender y abordar los factores subjetivos que desencadenan muchas enfermedades, hay sin embargo una gran carencia en el conocimiento acerca de las energías que se mueven en el seno de la estructura humana y las fuerzas que se pueden movilizar desde el propio mecanismo energético y el del paciente. Sin un conocimiento del cuerpo etérico y los centros de energía, la posibilidad de ejercer una medicina integral queda muy corta.
Hoy día los físicos dicen que no existen elementos esenciales que conformen la materia, ya que el universo es un todo inseparable, una vasta trama de probabilidades que se entretejen. Faraday y Maxwell dieron nacimiento a la concepción de un universo lleno de campos que crean fuerzas mutuamente interactivas. Esto explica la capacidad de afectarnos a distancia por medios que no sean la palabra o la vista. Einstein nos pone de manifiesto que espacio y tiempo son dos entidades interconectadas, no podemos hablar de espacio sin tiempo y viceversa. El tiempo no es lineal ni absoluto, es relativo.
Cuando entramos en el mundo subatómico, descubrimos el universo basado en la dualidad de conceptos, el de la onda y el de la partícula donde para describir un fenómeno es necesario emplear ambos tipos de descripción y más sutil aún: una partícula puede definirse como quantum o “paquete de energía”. Todas las partículas se pueden transmutar en otras. Las partículas pueden ser ondas simultáneamente ya que no son ondas físicas reales sino fenómenos ondulatorios de probabilidad de interconexión. Aquello que solíamos llamar “cosas” son en realidad, “sucesos” o procesos que podrían convertirse en sucesos. Esto nos permite comprender que un campo existe como ondas de posibilidades y que contiene un número infinito de frecuencias de onda para crear el universo físico que vemos. Ahí, en El Campo, es donde todas las “partículas” residen como ondas hasta que se las observa y “surgen” en una localización física específica. El universo se nos presenta como una trama de pautas energéticas inseparables. Esto implica que no somos partes separadas de un todo, sino que somos un todo. Dice D. Bohm: “Los conceptos cuánticos implican que el mundo funciona más como una unidad indivisible, en el cual también la naturaleza intrínseca de cada parte (onda o partícula) depende en cierto grado de su relación con lo que la circunda”.
Michael Talbot describe así en su libro El Universo Holográfico:
“Bohm contribuyó a establecer las bases de la teoría de Pribram (quién se propuso resolver el enigma del almacenamiento de la memoria), conforme la cual el cerebro funciona de manera similar a un holograma, según los principios de la matemática cuántica y las características de los patrones de onda. Pribram cree que las memorias no están codificadas en las neuronas, o grupos pequeños de ellas, sino en patrones de impulsos nerviosos que se entrecruzan por todo el cerebro, de la misma manera que los patrones de interferencia de luz láser se entrecruzan en toda la superficie de un trozo de película que contiene una imagen holográfica. Dicho de otra manera, Pribram cree que el cerebro mismo es un holograma”.
Sheldrake afirma que todos los sistemas están regulados por los factores energéticos y materiales conocidos, y por campos invisibles de organización que generan elementos causativos toda vez que sirven de patrones para la forma y el comportamiento. Su efecto va más allá de las barreras de tiempo y espacio, por lo que la acción de esta matriz invisible llamada “campo morfogenético”, implica acción a distancia, tanto en tiempo como en espacio. La posibilidad de conexiones no locales, es decir, conexiones sutiles de partículas distantes, es demostrada por el experimento de Eisnten-Podolsky Rosen.
Como nueva teoría, la que sigue el paradigma de la Conciencia, podemos decir que la materia es a la energía lo que la información es a la conciencia. Todas las cosas son modalidades de conciencia, por lo tanto, todo cuanto existe son diferentes patrones de organización de la conciencia. Ésta es el alma de cada cosa, su cualidad, y esto implica algo que ha sido sostenido por la sabiduría perenne, por muchas religiones y filosofías y que a la que poco a poco se aproxima nuestra ciencia occidental, y es que todas las cosas tienen conciencia, todas tienen una cualidad intrínseca que las define como un ente. Esto significa que, si todas las cosas tienen conciencia, todas tienen un alma. Así desantropomorfisamos el alma y la vemos como un atributo de la evolución. Y como la gran cadena de la vida es la gran cadena de la conciencia, podemos decir que todas las almas son una. De esta manera nos introducimos automáticamente en las leyes globales como la resonancia, la conectividad, la no localidad, la telepatía, donde la base es la unidad.
En este paradigma reconocemos al holón como unidad significativa de la conciencia. Todo cuanto existe es un holón, un contexto dentro de otro contexto y hace que todo cuanto es, sea significativo. Lo importante de las cosas es su significado, por lo tanto, lo importante de la enfermedad es su significado. Entonces aquí accedemos al mundo de las profundidades, el mundo de los significados, de tal manera que lo que buscamos en la sanación, desde la propuesta Sintergética, son los elementos significativos, tanto en la historia clínica como en el examen, la semiología, como en la proyección hacia el futuro: hacia dónde va esta enfermedad, qué significado y qué significa la enfermedad, eso es lo más importante. Cuando hablamos del significado estamos hablando del contexto de los contextos o de los holones, y los holones son unidades de conciencia.
Estas unidades de conciencia tienen leyes que se expresan a través de cinco movimientos: un movimiento central que podemos llamar el “movimiento de la quietud”, aunque suene paradójico, y cuatro atributos de ese movimiento central. Al movimiento central que es la conciencia antes de su movimiento y de su diversificación, lo llamamos éter. Éter es la conciencia antes del tiempo. Cuando la conciencia se mueve aparece el tiempo y cuando aparece el tiempo, aparecen los atributos que son los cuatro elementos (Tierra, Agua, Fuego y Aire). De manera que tenemos un eje de la conciencia que es aquello a través de lo cual se manifiesta el alma. El alma es la cualidad de la vida, la conciencia. Esa conciencia totipotencial se manifiesta en un eje central al que llamamos éter. El éter equivale al campo cuántico y el campo cuántico equivale al vacío, es decir, es un lugar sin lugar, es un tiempo sin tiempo, un patrón de ordenamiento que contiene el programa del sistema. Es el patrón de ordenamiento del espacio y del tiempo a partir del cual los otros elementos se expanden y se contraen. La conciencia es la que permite la emergencia desde el campo cuántico que es totipotencial. Es el campo de máxima sinergia, el campo de más alta densidad informacional. De manera que eso que llamamos vacío, es plenitud. Paradójicamente podemos decir que el vacío está lleno de nosotros y es más denso que nosotros. No podemos verlo porque desde un lugar de menos densidad informacional, es imposible ver algo que tiene una mayor densidad de información; pero en la medida en que la conciencia aumenta su densidad de información, puede llegar a ver el éter o los patrones de organización a nivel cuántico, y puede llegar a manipularlos. De tal manera que, si el campo de conciencia se expresa como un campo neuronal de alta organización, los niveles etéricos son visibles, no en el plano de la visión externa, sino en el plano de que los podemos modelar, los podemos manipular, podemos producir emergencias o nuevas precipitaciones a partir de esa dimensión etérica. Esto significa que en la terapéutica se trata de poner en interacción un campo de conciencia, el del terapeuta, con el campo etérico o el patrón de organización totipotencial que hay en el paciente, con toda su memoria de la salud para restablecerla. Para ello es necesario que el sanador incremente su densidad informacional a nivel de convergencia, lo cual implica una cosa muy simple y muy importante: la alineación.
Alinearse es ganar coherencia a nivel de nuestro campo de conciencia para que los campos expresados a través de nuestros vehículos mental, emocional, físico y neuronal sean campos de alta densidad informacional y desde esos campos podamos acceder al programa del paciente, a su algoritmo, a su campo energético. Este aspecto no es intelectual, tiene relación con el campo del sentir, de manera tal que lo que alinea al sanador es el campo del sentir, porque en ese campo gana fluidez.
La fluidez es la propiedad básica de un acto de sanación, es la conexión con el alma, es la inspiración, proviene de la intuición y es la manifestación de un contacto ordenado con la totalidad. Este contacto alineado con la totalidad se da si la personalidad está alineada con el alma y eso se logra cuando nos conectamos con “el aquí y el ahora”, con el eterno presente, con la unidad. Si en este fluir nos permitimos como niños inocentes jugar con la visualización y buscamos en el campo cuántico, en el alma, allí donde se encuentra toda la información, los arquetipos de la imagen perfecta del órgano afectado, podremos acceder en la sanación al milagro que producen aquellos llamados chamanes o curanderos: la manifestación de la restauración de la materia.
Hemos dicho que la materia es a la energía lo que la información es a la conciencia, por lo que, alineados con el alma individual y con el alma grupal, accedemos a ese campo informacional para modificar la energía, la cual al precipitarse se materializa y nos muestra que en todos nosotros existe ese sanador capaz de recordar que es parte del todo y que es el todo a la vez. Que el mago está dentro nuestro, el mago que se sabe colaborador del Plan de Dios y co-crea junto a Él.
Autora: Andrea Costantino
Bibliografía:
Baley, Alice A. “La Curación Esotérica”
Brennam, Barbara Ann. “Manos que Curan”
Dr. Carvajal Posada, Jorge I. Apuntes Módulo VI de la Formación de Sintergética: “Sanación”. Medellín, 1996
Dr. Carvajal Posada, Jorge I. Apuntes del Módulo V de la Formación de Sintergética: “Ciencias de la Conciencia”. Bogotá, 2003
Dra. Costantino, Andrea. “Cuerpo Etérico”. Clase dada en la Escuela de Expansión de la Conciencia. Santa Fe, 2011.
Kumar, Parvathi. “Curación Espiritual”.
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