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Lo primero es lo primero. Y en el caso de una consulta sintergética, lo primero es la historia del paciente. Pero no sólo su historial clínico, imprescindible por supuesto: operaciones, enfermedades, medicamentos, alergias e intolerancias alimentarias…., sino su historia vital.
Una vez dilucidadas las patologías por sistemas (circulatorio, digestivo, respiratorio, endocrino, génito-urinario, neurológico, e historial psiquiátricos) son cinco las áreas fundamentales a considerar:
La primera, tiene que ver con los antecedentes familiares relacionados con los padres, abuelos y, si fuera posible, bisabuelos. La constelación familiar, no sólo su carga genética y temperamental, está inscrita en su cuerpo. En España, por ejemplo, el drama de la guerra civil en ambos bandos y luego el de los represaliados durante la dictadura, determinan el comportamiento de núcleos familiares dominados por el miedo y el silencio, que han dejado su huella en su fisiología y cicatrices psíquicas que se comportan como verdaderos campos interferentes.
La segunda, está vinculada con las situaciones que padeció la madre del paciente durante su gestación. Mortinatos y muertes neonatales previos, amenazas de aborto o directamente estados de estrés mantenido, constituyen una información que se va grabando en el feto durante su desarrollo. Pero en especial los eventos asociados al propio parto: una vuelta de cordón puede explicarnos problemas respiratorios crónicos; un parto prolongado y muy difícil puede imprimir en el bebé la noción de que vivir es peligroso, redundando luego en patologías del sueño; una situación de riesgo para la vida de la madre o del recién nacido que resulte en su separación, puede traducirse en la sensación de abandono y por tanto devenir en depresiones. Esta misma vivencia de orfandad se genera cuando la separación ocurre durante la primera infancia.
La tercera, trata de los accidentes de todo tipo y a cualquier edad, en especial aquellos que supongan situaciones extremas de vida/muerte, o en los que hubo pérdida de conocimiento. Uno muy frecuente es aquél en el cual la persona salió ilesa del choque pero el automóvil quedó destrozado y fue pérdida total o estuvo implicada otra persona que perdió la vida.
La cuarta, refiere al tipo de actividad que desempeña el paciente de forma habitual. Por ejemplo, los pilotos y el personal de vuelo, en especial transatlánticos, los ingenieros o técnicos en telecomunicaciones, los informáticos, y personas que en general llevan a cabo labores que involucran el uso constante de ordenadores, pueden desarrollar patologías que tienen como común denominador a las radiaciones electro-magnéticas.
Todas ellas nos llevan a la quinta y última, pero no por ello menos importante, área a considerar. Se relaciona con los eventos o situaciones que han significado un antes y un después en la vida del paciente; son esas cosas duras de vivir para él. Y es que el pasado no ha pasado, sigue siendo presente en su anatomía. Esos puntos nodales de su historia están inscritos en el seno de su biología con códigos de frecuencias muy concretas que podemos reconocer y seguir con un hilo conductor que nos va dibujando un mapa sistémico del paciente. Afortunadamente esas frecuencias están en el láser, y podemos escribir con ellas su historia vital completa.
YOLANDA SEGNINI
Centro de Sintergética, Madrid
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