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El poder de la nutrición consciente

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La inflamación está en la base de muchas de las patologías crónicas que sufrimos hoy en día. 

Si hablamos de la leche, existe una gran confusión porque creemos que la leche sirve para la osteoporosis. Cuando se hacen las grandes estadísticas en el mundo, nos encontramos con algo sorprendente, y es que en los países donde tenemos el mayor consumo de leche, tenemos los mayores niveles de osteoporosis. Con este dato estamos deshaciendo un mito. 

¿Qué sabemos en este momento realmente? Que la leche, especialmente la leche de vaca en este caso, es muy buena para que puedan crecer los terneros, pero nada más. En segundo lugar, que la forma en qué nosotros alimentamos a los animales se refleja en la leche.

Un animal que no come pasto tiene una alteración en la proporción de ácidos grasos esenciales. Hoy sabemos que es importante que la proporción de ácidos grasos esenciales, Omega 3 y Omega 6, vaya de uno a dos. En ocasiones tenemos una proporción de 1/30, lo que significa que ese exceso de Omega 6 nos va a producir inflamación, con lo que tendríamos una dieta proinflamatoria. El exceso de lácteos nos va a producir problemas intestinales, alteración del microbioma o la microbiota, exceso de acumulación de moco y el aumento de muchos problemas alérgicos. Y si además añadimos que en general hemos alimentado a los animales con otros productos como harinas que ya tienen antibióticos y antimicóticos, nos encontramos con una gran fuente de alergias o de resistencia a los antibióticos por el consumo de carne de animales que están siendo alimentados con hormonas y antibióticos. 

Estamos agregando un nivel de patologías increíbles simplemente a través de nuestra dieta. Mi recomendación es que, por lo menos, no consumamos leche a no ser que tenga una buena procedencia. Lo mismo sucedería con la mantequilla o los huevos o la propia carne del animal. Es muy diferente si provienen de animales que están al aire libre o no. El consumo de carne de los animales cargados de hormonas de crecimiento altera todo nuestro sistema endocrino. 

La alimentación que proviene de la producción industrializada de alimentos, además de recibir en sí un exceso de toxinas, de herbicidas, de insecticidas, de fungicidas, nos está contaminando. Pero eso no depende de las multinacionales como creeremos, eso depende de nosotros. El poder más grande del mundo es el del consumidor y obviamente si tenemos un consumo consciente vamos a tener una demanda consciente.

Solamente con una nutrición consciente nosotros podríamos cambiar el mundo. 

En relación con la dieta y la alimentación, tenemos otras prácticas sencillas. Hay algo que se llama la dieta arcoíris: existen unos nutrientes esenciales en las plantas, que son los fitoquímicos. Tienen que ver con la fotosíntesis, con la asimilación de la luz; son los pigmentos. El color implica que tienen una distinta cualidad en esos fotopigmentos, que van a aportar al organismo distintas capacidades de adaptación. Porque por un lado estos pigmentos le permiten a las plantas la asimilación de la luz para hacer la fotosíntesis. Pero por otro lado, le permiten defenderse de los virus y de las bacterias y tienen un gran poder en relación con el sistema inmune.

Si simplemente usáramos nuestro sentido común para una alimentación completa, ¿qué necesitaríamos? Alimentos que vienen de la tierra; tallos, flores, el verde. Pero dentro de los pigmentos necesitaríamos alimentos de distintas combinaciones y distintos colores. 

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