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El marco histórico de la nueva consciencia en salud

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Las metáforas culturales de la ciencia como código de lectura del mundo

Vamos a contextualizar las cosas diciendo que los descubrimientos de la ciencia se vuelven metáforas culturales.

¿Cuál es la metáfora cultural en la cual estamos inmersos en este momento? Sin lugar a dudas ésta metáfora que en el mundo de la ciencia nos ha obligado a ser más abiertos y flexibles, es la del caos; pero el caos no significa lo que a primera vista pareciera. Más que un factor de desorden, el caos es un precioso agente de la emergencia a un nuevo orden, por cierto, un orden impredecible.

Haciendo historia, podemos decir que la teoría geocéntrica es la metáfora cultural de la edad media. Las causas de los fenómenos son sobrenaturales y la metafísica es la visión dominante en la cultura que ve en la tierra el centro del universo.   Cuando descubrimos la teoría heliocéntrica, con la tierra girando alrededor del sol, el universo se vuelve más amplio y luminoso en el corazón del hombre: surge el humanismo.  De la metafísica pasamos al corazón del hombre y en el humanismo nacen el arte y la ciencia de la edad de las luces: lo mejor del potencial humano ve su luz.

Pero además de girar alrededor del sol, los procesos mismos de la vida en la tierra se mueven dialécticamente, evolucionan. Con Darwin y el evolucionismo descubrimos que las leyes de la evolución son las de la capacidad de adaptación. Pero no incorporamos la metáfora de la ciencia en la cultura, pues traducimos adaptación como competencia y nos lanzamos en un desarrollismo competitivo y arrasador, destruyendo con nosotros la naturaleza de la que somos parte. Descendemos al positivismo que convertimos en cientifismo, mecanicismo, y separatismo, consagrando los grandes avances tecnológicos a las luchas por el poder. Nos olvidamos del hombre al que confundimos con la materia, hasta que un buen día el misticismo y el humanismo empiezan a surgir de nuevo en otra octava de la espiral evolutiva. Es la confusión y la oportunidad de hoy. Al lado de la más objetiva de las ciencias renace el poder del sujeto. El totalitarismo objetivista del científico dogmático florece al lado del chamanismo que reivindica la irrepetible subjetividad del sujeto. La cirugía y la quimioterapia para el cáncer se une a la oración, y a veces en la misma institución se asocia lo mejor de la ciencia y el arte de sanar con la religión. Es la evidencia del mundo de la síntesis. Los paradigmas coexisten y se complementan, : se incluyen mutuamente. Es el caos que deja vislumbrar en su emergencia la oportunidad de una nueva cultura humana.

A ese mundo del caos asistimos nosotros como médicos y terapeutas, ¿Cómo podemos traducir ese mundo, esa metáfora de la ciencia?, ¿Cómo podemos traducirla también en una metáfora cultural y una metáfora tecnológica?, ¿Cómo la podemos utilizar dentro de nuestras nuevas tecnologías?.

El caos representa la oportunidad de un nuevo orden, la generación de una nueva conciencia de síntesis,   en la que se está rescatando para el mundo y para la medicina una visión espiritual perdida.

Podemos retomar a André Malroix  y decir que el siglo XXI será espiritual o no será.  Estamos rescatando la espiritualidad para la vida cotidiana, para la medicina; estamos rescatando el territorio de la conciencia.

Una medicina sin conciencia y sin espiritualidad, no tiene lugar en el siglo XXI.  Nuestra medicina con su propuesta mecanicista se está quedando sin lugar; posiblemente tiene las universidades, pero se está quedando sin lugar porque la corriente médica socialmente dominante en este momento, no es la de la medicina alternativa ni la de la convencional; sino algo nuevo, una alquimia, una síntesis creada por la necesidad de las propias culturas, de los propios pacientes.

Más del cincuenta por ciento de la población mundial, recurre en este momento a medicinas y a prácticas alternativas.

Las más importantes universidades americanas, tienen departamentos mente-cuerpo;  y realizan investigaciones sobre los efectos terapéuticos de la conciencia y sobre sus efectos a distancia; es decir que no estamos hablando de un mundo alternativo; estamos hablando de un mundo emergente que no niega el mundo anterior, pero que se sustenta en él, para acceder a nuevos significados.

.  En este contexto nace la sintergética que propone:

  • Una alianza de lo mejor de la medicina convencional, ciencias del sustrato de la materia, la partícula,  que ha de complementarse con  la onda o las ciencias de la consciencia.
  • Tomar lo esencial de las lecciones de la medicina convencional con lo mejor de las lecciones de todas las especialidades , para comprenderlas desde ese  código de lectura desde el  que las prácticas del oftalmólogo, el neurólogo y el ortopedista no pueden estar  desconectadas en la visión sistémica de un nueva ciencia médica
  • Ver la salud y la enfermedad no sólo desde la óptica de las ciencias naturales o las ciencias de la materia, sino a la luz las ciencias de la síntesis, las ciencias de la conciencia, para rescatar la integridad de los procesos en la corriente de los cinco movimientos de la consciencia o los cinco elementos de las medicinas tradiconales china y ayurvédica.
  • Reconocer la importancia del sustrato vibracional u onda portadora, el cuerpo. Ya no dividiremos más el cuerpo en pequeñísimas parcelas y, al rescatar su entretejida sencillez.
  • Un trabajo para sanar al sanador a través del cultivo de la vida: la formación del carácter, la alineación, la meditación, la expansión del presente, la utilización de los sentidos como herramienta terapéutica, la capacidad de reconocer y contactar el alma, el sanador interior en cada quien.
  • El aprendizaje de la lectura espiritual o el reconocimiento de la cualidad detrás de las apariencias. El aprendizaje de un nuevo código de lectura del símbolo humano.
  • Ingresamos en las ciencias o territorios de la energía y empezamos a recorrer la interfase entre la materia y la energía.

EL MARCO HISTÓRICO DE LA NUEVA CONSCIENCIA EN SALUD

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