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De la Materia-Energía a la Información-Consciencia

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La vida misma no es sólo el territorio de la biosfera

Podemos reconocer en los procesos vitales:

1.- Un cuerpo físico de manifestación o unidad de soporte y composición, que denominamos FISIOSFERA, regido por las leyes de la termodinámica clásica, en las que la segunda ley o ley de la entropía explica y rige los procesos de envejecimiento y muerte del cuerpo físico; lo cual para la bioenergética no implica el deterioro y la muerte del Ser.

Este nivel es la inteligencia del sistema, definida por su capacidad de adaptación al entorno.

Sujeto en el tiempo a las leyes de causalidad, el cuerpo de manifestación representa una condensación del pasado del sistema y define aquella herencia que los sistemas vivos derivan de su pasado evolutivo – proceso que podemos reconocer en la filogénesis

2.- Un segundo nivel, que se comporta como un campo organizador subyacente a la materia que actúa como un molde flexible consituido por energía expresada en patrones vibracionales que establecen las pautas organizativas del sistema.

Contiene el plan o voluntad del sistema, que define, además su propósito o finalidad.

Si el primer nivel es un imán, el segundo está definido por las líneas de campo magnético que expresan su capacidad de organizar la materia sensible al campo magnético.

3.- Un tercer nivel que representa un puente entre los dos anteriores, vinculándolos en un proceso, de tal manera que la unidad de soporte o cuerpo físico – la inteligencia operativa del sistema – y la unidad vibracional organizativa – el plan del sistema – interactúan y se completan o complementan a través de un proceso de aprendizaje.

El primer nivel puede ser visto como la estructura de soporte y adaptación al entorno que, en el caso de los seres vivos, se comporta como una estructura disipativa, más definida por la física que describe los proceso caóticos que por la física convencional.

El tercer nivel puede ser definido como el patrón de organización que, en los seres vivos, tiene la capacidad de autorreplicación o autopoiesis.

El segundo nivel puede ser concebido como un proceso de aprendizaje que integra los dos primeros niveles.

Si el primer nivel es el de la materia, el segundo es el de la energía y el tercero es el de la información.

Estos niveles, como todos los territorios terapéuticos, pueden ser concebidos en términos de consciencia, lo cual implica que en una perspectiva de síntesis – o Sintergética – todos los niveles de los seres vivos son variedades vibracionales de un sólo campo unificado: el de la consciencia.

Así, podríamos definir los diferentes territorios terapéuticos, en términos de consciencia:

1,- La consciencia congelada en la materia y regida por las leyes de la termodinámica clásica, tal como es estudiada por la medicina occidental.

2.- La consciencia en movimiento, tal como se expresa en las diferentes manisfestaciones de la energía vital ampliamente desarrollada por la medicina tradicional china.

3.- La consciencia expresada en la información.

Podríamos también asimilar el cuerpo a la energía como materia, la vida a la energía como información y el sentido o propósito de la vida, a la vida como conciencia.

Pero aunque escogiéramos otros modelos para intentar comprender la vida no serían más que eso, modelos o mapas que no podemos confundir con el territorio de la vida.

Sí lo expresamos en términos de materia-energía versus información-consciencia podemos definir los grandes territorios terapéuticos que representan las fases o corrientes de una sola medicina: la de la consciencia

Una nueva concepción de la salud como expresión de la consciencia

Además de materia y energía, los procesos de la vida involucran información y conciencia.

Para comprenderlo mejor asumamos que materia, energía e información, están inmersos en un campo de conciencia que, en sí mismo, no es más que un campo de relaciones.

Así, todo cuanto existe, ya sea materia, energía o información, es expresión de un campo relacional, y por tanto cada cosa es un patrón de relaciones, y no una ‘”cosa”‘ como creíamos.

En este universo participativo de la bioenergética, átomos, moléculas, tejidos, órganos y sistemas, son patrones de relaciones incluidos en patrones relacionales mayores, hasta formar lo que llamamos un ser humano: un campo en el que ascendemos a la consciencia de la consciencia, lo cual determina esa cualidad relacional, que hace del ser humano mucho más que aquello que en la ciencia convencional definimos como un ‘”subproducto molecular”‘.

La salud de un ser humano se expresa en un cuerpo físico determinado por las complejas relaciones energéticas y moleculares, pero ese es apenas el punto de partida.

Muchas alteraciones de la salud son producto de modificaciones en los campo relacionales de las emociones, del pensamiento, del carácter y la personalidad en la que ambos se integran; a su vez éstos también son reflejos del discurrir del espíritu y las fricciones que este proceso desencadena sobre la persona o personalidad.

Hemos de decir que hablar de la salud del hombre significa, en el día de hoy, un acuerdo global sobre el mismo hombre que decimos sanar, un Ser que trasciende con mucho la imagen del fósil molecular. Es la razón por la cual a través de la bioenergética y su desarrollo ulterior, la Sintergética, se propone como tema esencial el de la humanización de los servicios de salud entre sus niveles de materia, energía e información, a su vez incluido en el campo relacional mayor de su cultura.

La primera consecuencia de lo anterior es que la salud es un hecho relacional, no sólo individual, no sólo biológico, no sólo un estado: la salud como tal es un proceso dinámico que expresa la calidad de las relaciones con nosotros mismos, nuestra cultura y nuestro entorno planetario. Todo ello atañe a la conciencia.

Si volvemos a mirar los territorios que originan nuestros niveles de salud, ya no podremos verlos como separados porque son interdependientes y complementarios.

Vislumbramos el territorio de la materia – el cuerpo, la partícula -, el territorio de la energía – la onda, el campo -, el territorio de la información – el patrón de organización – y la consciencia – el campo relacional inclusivo que unifica los anteriores territorios . Cada nivel era necesario, el único error es desintegrarlos o mirarlos como sistemas separados.

La Sintergética pretende encontrar las interfases de la integración, para que la diversidad sea nuestra riqueza, para que pongamos a disposición de todos lo mejor del arte terapéutico del mundo.

La Sintergética no niega la ciencia; sostiene que la visión científica es una herramienta valiosa, pero sólo una de tantas, para comprender la vida. No niega la objetividad, pero afirma que:

sin el infinito campo de la subjetividad relacional ninguna terapéutica tendría pleno su sentido.

El territorio emergente en la nueva cultura es uno de síntesis, uno de conciencia: sin desconocer las particularidades que enriquecen los diferentes sistemas médicos,

podemos encontrar los hilos conductores de sus interfases para tender el puente entre los diferentes sistemas de salud, que se reconocen así más entretejidos, más vigentes socialmente y más participativos.

1.- La salud es un proceso cultural, relacional, participativo, no sólo relacionado con la herencia y el medio ambiente, sino con nuestro estilo de vida, actitudes y creencias.

2.- Sin la participación consciente y activa, que permita a cada quien responsabilizarse de su propia salud, sólo podremos quedar en el nivel de supervivivencia combatiendo la muerte y la enfermedad, pero no podremos desarrollar el proceso de promover salud.

3.- La enfermedad no es incompatible con la salud. ésta no es un estado de perfección en ningún campo, sino un proceso dinámico y relativo que revela un grado de integridad – conectividad armónica – que se traduce en la capacidad de relacionarse armónicamente consigo mismo y con el mundo.

4.- No existen sistemas médicos mejores o peores. Dadas las circunstancias adecuadas, todos son necesarios y pueden ser complementarios.

5.- Toda práctica de salud atañe la promoción de diferentes estados de conciencia en el campo de la energía concebida en sus niveles físico, emocional, mental y espiritual.

6.- La vigencia de nuestros sistemas médicos no es sólo científica; para que cumpla su función debe ser también económica y social. Un elevado nivel tecnológico no implica siempre una mejoría en nuestros niveles de salud.

7.- Alrededor de un 70% de las enfermedades crónicas en el mundo de hoy tienen una estrecha relación con estilos de vida inadecuados, generalmente debidos a la ignorancia de nuestras necesidades y potencialidades como seres humanos. La ignorancia de lo que somos, expresadas como creencia y prácticas nocivas para la salud están en la raíz de muchos problemas de salud. Por lo tanto, una transformación de nuestra visión del mundo, es decir de la manera como el hombre se mira a sí mismo en el Universo, puede ser un poderoso agente promotor de la salud. Esto implica que la salud concierne todos los campos del qué hacer humano, y no se puede pretender la salud humana en un contexto de explotación del hombre y la naturaleza.

8.- Además de causas las enfermedades tienen propósitos; más que catástrofes pueden ser vislumbradas como oportunidades para aprender, para crecer, para ser.

9.- La vida no pertenece al hombre, no se restringe como creíamos a la vida orgánica, es una gran cadena de singularidades interdependientes. Es tan absurdo hoy tratar un órgano al margen de la integridad de todo el organismo humano, como pretender tratar al individuo del margen de sus sistemas de creencias y su contexto sociocultural.

10.- La salud es un asunto demasiado importante para dejarla sólo en manos de los expertos. Es un bien social que nos atañe a todos y del que todos responsables.

11.-Mente y cuerpo no son dos instancias separadas, están en cada célula, se interrelacionan sincrónicamente para determinar en cada instante lo que somos. Ni medicina de la mente, ni medicina del cuerpo, ni siquiera medicina mente-cuerpo, humanizar la medicina es rescatar en nosotros la indisoluble integridad de todas las facetas de la conciencia para promover la integridad. En esta dimensión salud es sinónimo de integridad y la enfermedad revela aquellos sectores de nuestra economía en los que no se ha alcanzado o se ha perdido integridad.

12.- Sanar es diferente de curar. Se puede curar el cuerpo, pero sanar siempre se refiere a la vida como totalidad. Se puede sanar la vida aunque no desaparezcan los síntomas. La sanación o restablecimiento de la integridad en todos los planos del ser, se relaciona con la capacidad de asumir la responsabilidad sobre la propia vida.

13.- La medicina de la conciencia, una medicina de la integridad no local e indivisible, supone una conciencia plena de la mutua responsabilidad. En la gran cadena de la vida en algún nivel todas las cosas se conectan e interactúan con todas las otras. Supone un salto desde la ética regida por la Ley del Talión – ojo por ojo y diente por diente – y desde la ética pasiva del no hacer a otro lo que no se quiere para uno mismo – a la ética kantiana para una nueva humanidad en armonía con su propia naturaleza : Actuar como si nuestra acción pudiera convertirse en una ley de la naturaleza.

14.- La salud es un proceso social, pero un agente de salud no es aquel que resuelve los problemas globales de la sociedad. Es quien conoce que esos problemas como la guerra y la injusticia nacen en el corazón del hombre. Es quien sabe que actitudes como la honestidad, la paz, y la comprensión amorosa son también herramientas terapéuticas. Los trabajadores de la salud son agentes de transformación no sólo por sus aptitudes sino especialmente por sus actitudes que dignifican la condición humana.

15.- El agente de salud es un educador, un servidor, un maestro. Su mejor medicamento es su buena voluntad, su verdadera posición en el sistema de salud va a estar determinado por su capacidad de servir. Los servicios de salud son eso, servicios. Los servicios de atención en salud son de atención, referida a la capacidad de atender o cuidar, formas excelsas de servir. Aunque las aptitudes son importantes, nadie ha inventado una ciencia del servir. En el servicio todas nuestras relaciones son sanadoras.

16.- Las nuevas escuelas de salud integrarán y pondrán al alcance de TODA la humanidad lo mejor de todos los sistemas médicos, no sólo en el plano de las tecnologías sino también en el de esas sabidurías ancestrales que proponen un arte de vivir hacia el desarrollo armónico de la humanidad en equilibrio con la naturaleza, de la que no sólo hace parte sino que es también responsable.

17.-Promover la salud implica favorecer el desarrollo equilibrado de lo mejor del potencial humano, para que este pueda revelarse en el servicio a la humanidad y la conciencia de la tierra. Es permitir al músico su música y al científico su ciencia. Es reconocer tanto valor en la actitud del místico como la del político y saber que cada quien es una nota esencial al concierto de la humanidad. Un agente de salud no cambia a nadie, pero aporta los elementos para que cada quien pueda dar, en su contexto sociocultural, lo mejor de si mismo.

18.- Los modelos de salud actuales se cimentan en la dependencia, e implícitamente conspiran contra la participación. Los nuevos modelos no podrán ser paternalistas, no dependerán solamente del estado, y devolverán a la persona humana la parte que le corresponde en la gestión de su salud.

19.- La quiebra económica de los sistemas de salud no compromete solamente la economía. Representa también una quiebra de nuestra visión del mundo, del hombre y su interacción con el planeta. Acceder a una cultura que restaure la visión del hombre, reencuadre el papel del sujeto en el mundo de las objetividades, libere de los fundamentalismos impositivos y permita que los servicios de salud no sean otras mercancías de la sociedad de consumo, es uno de los sueños de una nueva ecología humana, propuesta desde una cultura de la consciencia.

 

Jorge Carvajal

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